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(des)información I

Uno nace desconociendo al mundo, y lo conoce al adquirir información. Pero qué sucede si la información que adquiere es aquella que se difunde en la programación -local o no, ya no importa. Sabiendo que gracias a su hábito, no es capaz de controlar sus costumbres y prefiere la televisión a cualquier otra cosa. Si gracias a su vida normal, no ha logrado adquirir una cultura sólida, manteniendo un bagaje muy pobre (alto para los estándares de educación en el país y la constitución.) Si no es capaz de vivir en calma, si no logra reflexionar (ya sea por el corto tiempo ora por la falta de información) ... Pues sucede que siendo la programación impersonal, sus ideas transcurren en tercera persona y su plática únicamente puede limitarse a eso, a citar ejemplos en un ambiente ajeno; quien conversa toma, incluso, la posición de esas terceras personas (voz, tono y ritmo); si la información que puede expresar es también aquella que el otro sujeto adquirió, la conversación pierde el sentido de intercambio, suceda o no, ya que puede lograrse esa charla sin sentido alguno, o que se prefiera callar. Además de perder la plática, lo que sucede es que la persona se vuelve un simple transmisor de mensajes 'controlados', y de nuevo, gracias a la costumbre, ejercita cada vez mas esa gran experiencia de desvanecimiento sustancial.

Si no hay noticias, bien puede seguirse un proceso (llámese telenovela, cobertura o proceso), porque al perder esa capacidad de abstraer (y pensar), lo único que puede mantener el negocio de la televisión es transmitir noticias que inviten a la comodidad y a la aparente adquisición de nueva información.

En este país se puede prescindir de un techo resistente, de comidas en el día o de control natal, pero no de un televisor.

Entonces, una vez mas, el problema se reduce a la información. Si no está disponible, o está limitada por imposiciones estratégicas, el sujeto crece, se desarrolla y muere -como un vegetal-, el problema es que en el trayecto, gracias a ese conocimiento, el sujeto será capaz de robar, matar, gobernar, mandar, sin olvidar la pose que tendrá a bordo del último modelo, la pose en el café de moda, la pose en la intrascendente comunicación social, engañándose en el programa de concursos, engañándose con reconocimientos, siendo avalado por sus otros.. y su herencia será tasada en moneda nacional y nada más.